En ocasiones encuentras amigos...
...en ocasiones estos te cuentan historias que merecen ser conocidas por todos...
Eso es lo que ocurrió y por esto dejo la historia que podéis leer a continuación.
Gracias Zullyale por compartir tu conmovedor cuento.
“Si tan solo los gatos hablaran” así comienza el pequeño niño, filósofo, a cuestionarse el por qué se les impide a los animalitos expresarse con el habla. Mientras admiraba feliz a su mascota, quién no era un gatito común, este minino de tamaño pequeño, blanco de fondo, con manchas: gris, café y negras alrededor de su cuerpecito. Hipnotizaba a cualquiera con sus ojos grandes, derecha verde e izquierda azul. Y el niño amaba a su mascota, al encontrarse tan solitario, compartía todo momento con su animalito, llegando a considerarlo su único amigo. Pero a este amigo, le hacía falta tan solo una cosa, el responder con el lenguaje, la limitada conciencia del pequeño le impedía comprender que los animales también se expresan, a pesar de no contar con el mismo idioma.
Un día le pidió a su abuelo que le contara una historia sobre gatos, pues sólo él podría apaciguar su inquietud. Y su abuelo, mirando el cielo oscuro dibujo entre las estrellas una historia:
“Cuenta el mito que: en una región tan alejada que los montes la abrazaban, existió una civilización especial, tan avanzada en las artes místicas como alejadas en la tecnología, convivían con la naturaleza, en un cosmos de iguales, donde todo ser viviente debía ser respetado y adorado por su grandeza. Esta mágica región no solo se encontraba habitada por humanos, animales de distintas especies lograban coexistir en armonía, adorando a los dioses (de aspecto bestial) siendo estos quien del cielo les mandaban los sagrados alimentos.
Las uniones en pareja, se consideraban sagradas y la concepción, un milagro, muestra de la existencia divina.
Un día glorioso, una pareja enamorada y feliz, fue bendecida el día de su boda con un regalo divino, los dioses habían enviado para esta pareja su mascota real, un gato sabio, quien acompañaría a esta nueva familia como guardián e interprete de los mensajes celestiales, consejero y fiel amigo, ágil, fuerte, humilde y tenía el don del habla, es decir, el idioma humano, la pareja agradecida prometió fidelidad absoluta a la petición de los dioses.
Cuando finalmente, tras años de intento, la pareja logró concebir a un hijo, su vida se llenó de gozo; inmediatamente el padre de familia corrió a dar gracias a los dioses, pero estos le reciben con una trágica noticia:”el gozo que invade tu alma es efímero, la tristeza te embriagara poseyéndote, tú haz prometido fidelidad”; dicho mensaje lo perturbó y corrió en busca de su amigo el interprete para que le ayudara a dilucidar la voz divina, al terminar de escuchar dicho mensaje el gato sabio, se hundió en la tristeza y comenzó a llorar, el hombre confundido trató de calmar el llanto de su amigo, mas éste reponiéndose a la sorpresa le dice: “los dioses te bendijeron con una buena vida, una esposa con quien formar una familia, por tus buenas obras me enviaron a mi a protegerlos, pero su cría peligra de muerte, tú prometiste fidelidad a los dioses y debes obedecer, quizá te pidan un sacrificio, y ese seré yo, quien deba morir para seguir sirviendo y qué sirvas tú a la divinidad pactada” el padre no lograba sostenerse del asombro, elegir entre su fiel y querido amigo, o su tan anhelado hijo, sangre de su sangre, carne de su carne.
La pareja se encontraba confundida y triste, ¿cómo asesinar para dar vida a otro?, ¿quiénes eran ellos para elegir sobre las vidas?, ¿qué dioses son estos que les delegan tal decisión a unos simples mortales, humanos, imperfectos?
Sin embargo, tuvieron qué tomar una decisión, tomaron al pequeño animal en brazos, y se dirigieron al monte más alto de la región, donde el ojo omnipresente del dios Sol contemplaba el vía crucis, la pareja lloraba inconsolable, por su camino iban dibujando con lagrimas un extenso río que tiempo después correría por ese mismo monte. El en el cielo; la diosa Agua con sus cabellos como nube envolvió el monte en medio de la bruma dejando espacio al sol espectador. El hombre, valiente pero triste colocó al pequeño animal en una piedra plana, que el dios Tierra había colocado especialmente para el sacrificio. El gato se despidió de la mujer, con lágrimas en los ojos le dijo a sus amos: “trataré de darles el regalo más hermoso”, y cerrando los ojos, el hombre dio fin a su amigo. En ese mismo instante la mujer comenzó a sentir dolores de parto, con un gran grito que estremeció al cielo, finalizó con el nacimiento de un ser. No era del tamaño de un niño ordinario, tampoco su aspecto era el de un niño. El padre temeroso se acerco a su hijo para ver por qué no lloraba, y descubrió que su primogénito no era humano, los dioses le habían otorgado un aspecto felino; blanco de fondo, con manchas: gris, café y negras, alrededor de su cuerpo. Ojos grandes, color verde derecho e izquierda azul.
Los pocos aldeanos que habían seguido a la pareja, vieron el crimen cometido, alzándose contra el padre hasta matarlo, igualmente con la mujer recién dada a luz, la indefensa cría vio como se cometía el crimen más grande, el atentar contra la naturaleza.
Los dioses enfurecidos por las atrocidades del pueblo, decidieron extinguir la civilización; su gente, sus tierras, para que no quedara huella, ni evidencia de lo que pudo llegar a ser una civilización perfecta. Mas siendo justos y benévolos, cumpliendo con la promesa hecha a sus fieles, acordaron de dejar al único sobreviviente de aquella región, el fruto de la pareja, el gato, a quién nombraron Ppepy.
La criatura atormentada al ser testigo de la muerte de sus padres, de la civilización entera y del caos que se había formado, los dioses decidieron callar su voz, permitiendo que solo se comunicara por medio de un sonido especial, denominado maullido. Poco a poco el gato fue bajando hasta extender su raza por distintos territorios, con cada paso fue borrando recuerdo alguno, habitó con distintos seres, en distintas regiones, pero siempre fue fiel compañero, guardián e inseparable amigo de cada amo, y todos sus descendientes han seguido sus huellas.”
Finalmente, el abuelo pudo dar al niño una explicación convincente de por qué
los gatos no hablan y el valor de tener una mascota. Sobre todo un gato, un gato llamado Ppepy.
escrito por Zullyale